EL ERROR DEL DÍA: BATNA Y MESA DE DIÁLOGO EN VENEZUELA


El tiempo se acaba. Si se quiere sacar del poder al Presidente, Nicolás Maduro, debe llevarse a cabo un referendo antes del 10 de enero de 2017. El 20 de octubre de 2016, después de muchas demoras arbitrarias, el Consejo Nacional Electoral (CNE) suspende de manera inconstitucional el último paso antes de aprobar el referendo. Las alarmas se prenden. El 23 de octubre, la Asamblea Nacional (AN) declara que el gobierno dio un golpe de estado y que ahora estamos en dictadura. Algunos de los principales líderes de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) rechazan sentarse en una mesa de diálogo y llaman a marchar hasta la casa de gobierno el 3 de noviembre. Todo parece haber llegado a un punto de quiebre.

El 30 de octubre, por mediación del Vaticano, se instala la mesa de diálogo entre la MUD y el gobierno. Las partes se comprometen «a disminuir el tono de agresividad del lenguaje utilizado en el debate político con el propósito de mantener y preservar un ambiente de paz y de concordia». La MUD suspende la marcha a Miraflores.

En diciembre, luego de una segunda reunión en la que se acordó liberar presos políticos, llamar a elecciones de diputados que habían sido suspendidos (arbitrariamente), entre otras medidas, la MUD acusa justificadamente al gobierno de no haber cumplido lo acordado. Se levantan de la mesa y declaran que no asistirán a una nueva reunión en enero de 2017.

Gran parte de la opinión pública se vuelca contra la MUD, la acusan de haber «enfriado la calle» al sentarse a negociar con el gobierno en la mesa de diálogo. Muchos de los integrantes de la MUD hacen mea culpa señalando, más o menos, lo mismo: teníamos que negociar, pero no podíamos dejar de hacer presión de calle, con marchas y protestas.

He escuchado a un conocido experto negociador señalar que el error de la MUD fue debilitar su mejor alternativa a la negociación (BATNA), que consistía en la presión popular. Una posible reconstrucción de ese argumento sería:

La MUD debía sentarse a negociar, pero debía, también, mantener la presión popular. La MUD relajó la presión popular. Por lo tanto, la MUD cometió un error.

Esta reconstrucción puede precisarse un poco más, pero, para no extendernos tanto, solo analizaré una premisa implícita que debe aceptarse para que el argumento sea razonable: supone el argumentante que era posible mantener negociaciones con el gobierno y, a su vez, mantener la presión popular (no enfriar la calle). En términos de Negociación: la MUD debía negociar y mantener su mejor alternativa a la negociación intacta (la presión popular).

En principio, es razonable afirmar que cualquier negociador debe intentar mantener (y fortalecer) su mejor alternativa a la negociación mientras está negociando. Pero, como hemos señalado en un artículo anterior, no siempre es posible hacerlo: el BATNA es dinámico. A veces, ese dinamismo proviene de circunstancias independientes a la negociación (el mundo, siempre cambiante); pero, otras veces, los cambios son provocados por la misma decisión de sentarse a negociar. Estoy convencido de que el BATNA de la MUD era extremadamente dinámico, con elementos de los dos tipos. Veamos.

Por una parte, la fecha en la que tiene lugar la negociación es especialmente relajante de cualquier presión popular. Diciembre es un mes de descanso y reunión familiar. Esa es una circunstancia independiente de la negociación. Aunque todo estaba dado para protestar, y en otras oportunidades se ha logrado articular grandes protestas en esa época, cualquier motivo que sirva de justificación para olvidar un poco los problemas cotidianos logra enfriar la calle.

¿Cuál era ese motivo que podía enfriar la calle? Justamente, que la MUD había decidido sentarse en la mesa de diálogo, había decidido negociar. Es decir, el BATNA que, antes de tomar la decisión de negociar, se suponía que tenía la MUD, era muy probable que se debilitaría por el hecho mismo de tomar la decisión de negociar. El BATNA de la MUD tenía una dinámica dependiente de la negociación.   

Es verdad que sentarse en una mesa de diálogo y presionar desde la protesta popular no son actividades contradictorias. Por ejemplo, muchas negociaciones obrero-patronales tienen lugar mientras se genera presión por parte de los trabajadores. Sin embargo, el debilitamiento de la presión popular, en nuestro caso, era previsible: luego de sentarse a negociar, en vísperas de la Navidad, era muy difícil amenazar con protestas y marchas populares. 

No creo que ningún político de la MUD haya pensado lo contrario. Tal vez, el error de la MUD fue no tomar en cuenta, suficientemente, las consecuencias de negociar con respecto a sus alternativas. Pero esto es más fácil decirlo cuando los hechos ya han pasado.

De cualquier manera, creo que no es razonable considerar que el error de la MUD fue no haber mantenido la presión popular como mejor alternativa a la negociación. La dinámica del BATNA, especialmente la dependiente de la misma decisión de negociar, hacía cuesta arriba que la MUD pudiera mantener su poder de negociación. Mientras tanto, el gobierno obtuvo lo que más quería: ganar tiempo para salir de un momento especialmente difícil.

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