Un ejemplo de orador hábil pero falaz - Análisis de argumentos en Gracias por Fumar
En el video que
verás de la película Gracias por Fumar
(Jason Raiman, 2005) el protagonista,
Nick Naylor, se enfrenta al Comité del Senado de Estados Unidos. El
Comité está discutiendo la conveniencia de colocar una etiqueta en las
cajetillas de cigarro que advierta de los peligros de fumar.
Naylor es un
orador muy hábil y que siempre se está moviendo entre la razón y la falacia.
Por ejemplo,
cuando el primer senador le pregunta
(una pregunta retórica) si no cree
que el hecho de que las tabacaleras sean las que financien a la academia de estudios
tabacaleros pudiera afectar sus prioridades, Naylor dice que no, pero agrega: «como
las contribuciones a su campaña no afectan las suyas». Se pudiera pensar que estamos ante una falacia del tú también (también llamada «tu quoque»: ah, pero tú has hecho lo mismo que yo). Sin embargo,
Naylor no se está amparando en que el otro haya hecho lo mismo para salirse con
las suyas: él niega rotundamente que la financiación a la academia afecte sus
prioridades, y también niega que las contribuciones a la campaña del senador
afecten las suyas. Además, el senador hizo la pregunta de manera retórica, es
decir, sabiendo lo que iba a contestar Naylor, pero dejando la duda en el aire
sobre la imparcialidad de la academia; Naylor simplemente le revierte la
estrategia.
De manera que yo me
inclinaría por concluir que en ese caso Naylor no comete una falacia, solo se trata de un juego retórico entre él
y el senador; del que sale ganando él. Estamos ante un uso fino de la retórica,
al menos en ese momento del discurso.
Ya entrando en el
problema principal: si debe ponerse
una etiqueta de advertencia a las cajas de cigarrillos, Naylor señala que todo
el mundo sabe que el cigarrillo puede ser peligroso para la salud y no hay
necesidad de advertir sobre algo que todo el mundo sabe.
Este argumento se puede rebatir de varias formas. Una es poniendo en evidencia que no es
aceptable la premisa: no todo el mundo sabe eso. Esto es algo que hace el tercer senador al poner el énfasis en
que la advertencia se dirige principalmente a los niños. Ya llegaremos allá.
Otra forma de rebatirlo es aceptando que la gente puede saber que fumar
es un riesgo para la salud, pero se les puede olvidar en ciertas
circunstancias. Esto es lo que señala el segundo
senador: la advertencia es un recordatorio de los peligros de fumar.
¿Qué replica Naylor en este último caso? Naylor usa un argumento que se puede
interpretar como de reducción al absurdo:
los aviones, automóviles y quesos también pueden ser peligrosos, pero nos
parecería absurdo ponerles etiquetas advirtiendo de sus riesgos. Por lo tanto, si
en el caso de aquellos no, tampoco deberíamos en el caso de los cigarrillos.
* Ojo: esta es una forma de interpretar
caritativamente el argumento, pues también pudiera interpretarse como una falacia del tú también.
La mejor
respuesta a la réplica de Naylor es distinguir entre tipos de riesgos y cuán
peligroso es cada uno. Por ejemplo, algo que nadie mencionó es que aviones y automóviles
tienen muchos más beneficios y son prácticamente necesarios en el mundo actual,
no así el cigarrillo (su beneficio es un placer momentáneo e individual, además de ser,
en principio, prevenible). Lo otro, como dijo el primer senador, es señalar que
el número de víctimas de accidentes de aviones y automóviles es mucho menor (viendo
las estadísticas, tiene razón: en EEUU, las muertes anuales por el cigarrillo
se calculan en más de 480.000, mientras que en 2016 hubo poco más de 37.000
muertes por accidentes automovilísticos, siendo muchísimo más seguro viajar en
avión).
Naylor parece
aceptar su derrota con respecto a automóviles y aviones, pero sigue haciendo
hincapié en el queso cheddar. Aquí sí es
difícil salvar a Naylor: aunque el queso cheddard sea muy peligrosos –que,
además, no es la única fuente de colesterol–, le pudiéramos contestar que, está
bien, podemos discutir luego si ponerle etiqueta a los quesos, pero eso no
quiere decir que no debamos ponérsela a las cajas de cigarrillos o que no tenga
razón el primer senador (el de Vermont) en su contra-réplica. Eso es lo que
recuerda acertadamente el tercer senador. Aquí Naylor sí comete la falacia del tú también (tu quoque).
En la última
parte de la discusión, el tercer senador
(el director de la discusión) ataca por otra vía el argumento de Naylor sobre
por qué no debe ponerse la advertencia. Recordemos que Naylor considera que no
es necesario advertir de que fumar es peligroso, porque todo el mundo lo sabe.
Como habíamos indicado, el tercer senador ataca
la aceptabilidad de la premisa: no todos lo saben, los niños, por ejemplo,
no lo saben.
Naylor replica que ese es un problema de la educación de padres
y profesores, no de etiquetas. Este es un argumento débil: es verdad que es
preferible que de esas cosas se encarguen padres y profesores, pero la realidad
es otra en muchos casos: hay padres y profesores que no educan, y niños que no
hacen caso. En tales situaciones, se puede argumentar, es necesario algún tipo
de última advertencia.
Te dejo un diagrama con los argumentos de Naylor y
los senadores. Recuerda que las flechas azules son de apoyo (hacia donde
apuntan es hacia la afirmación que están apoyando), mientras que las rojas parten
de las razones en contra. Los recuadros amarillos son las razones de Naylor,
los azules son los de los senadores. La falacia está en rojo. Dale click para ampliar.
Esta no es la
última palabra sobre los argumentos y, en general, el discurso de Naylor en
este extracto. En algún momento volveremos a este caso para hablar de las
estrategias persuasivas usadas, específicamente la técnica de reencuadre. Déjame tus comentarios, ¿son
buenos los argumentos de Naylor?, ¿cómo los atacarías?
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