INTERESES, OBJETIVOS Y POSICIONES EN LA NEGOCIACIÓN
Dos
hermanas discuten por una naranja, una dice «quiero toda la naranja», la otra
replica más fuerte «no, la naranja es mía». Esas son sus posiciones en la discusión.
¿Cómo
solucionas esta disputa? Una posibilidad es dividir la naranja en partes
iguales. Otra puede ser la satisfacción de los intereses que conducen a que las hermanas tomen esas posiciones. En
el clásico libro de negociación «Sí, de acuerdo», William Ury y Roger Fisher
recomiendan que el negociador se concentre más en los intereses (propios y de
la otra parte) que en las posiciones.
¿Qué es una posición y qué es un
interés? Una posición es lo que
quiere el negociador, un interés es por qué lo quiere (Lewicki y otros, Negotiation, pag. 58). Esta distinción
sugiere una manera (aunque no la única) de determinar cuáles son mis intereses
y los de la otra parte: simplemente, preguntémonos ¿por qué x quiere (o toma la
posición) Y? Donde x puedo ser yo o la otra parte, mientras que Y es la
posición que mantiene x.
Un
problema que puede presentarse con esta pregunta es que, muchas veces, la
respuesta puede confundir intereses y
objetivos. ¿Cuál es la diferencia
entre un interés y un objetivo? Los objetivos son las metas que
pretendemos lograr con la negociación (o cualquier otra actividad que requiera
plantearnos fines). Los objetivos son frutos de los intereses y las necesidades
que tenemos, y determinan directamente las posiciones que tomaremos en una
negociación.
Por
ejemplo, el objetivo de encontrar un restaurante de comida japonesa se origina
de mi interés en comer sushi. A raíz de ese objetivo, puedo fijar una posición
en una negociación con mi familia: como ellos prefieren otros tipos de comidas,
propongo que vayamos a la feria del centro comercial (donde hay variedad de restaurantes,
uno de ellos, japonés).
Nota
que al preguntarnos ¿por qué Luis quiere ir a la feria del centro comercial a
almorzar con su familia? La respuesta puede ser «porque Luis está buscando un
restaurante de comida japonesa» (objetivo) o «porque Luis desea comer sushi»
(interés). La idea de Ury y Fisher es que nos centremos en las respuestas del
segundo tipo (aunque conocer los objetivos de la otra parte también es
importante).
¿Se pueden usar los objetivos para
inferir los intereses? En casos
simples, como el anterior, no hay una gran diferencia entre los intereses subyacentes
y la articulación de los objetivos, de manera que no es tan difícil inferir
(presuntivamente) cuál es el interés de alguien a partir de sus objetivos. Al
saber que Luis busca un restaurante de comida japonesa se puede inferir, por lo
menos, que Luis desea comer comida japonesa.
En
casos más complejos, sin embargo, las diferencias entre intereses y objetivos
se profundizan. Cuando existen diversos intereses, con distintas preferencias o
prioridades, es posible (y recomendable) armar paquetes de objetivos que,
idealmente, pueden dividirse en soluciones optimistas, realistas y pesimistas.
Discernir los intereses de alguien mediante alguno de esos paquetes, especialmente
los realistas y pesimistas, es una tarea difícil.
Por
ejemplo, supongamos que no solo deseo comer sushi, sino también deseo (en ese
orden de preferencia) pasar tiempo con mi familia, tranquilidad y no pagar
mucho. A partir de tales intereses y necesidades podemos armar varios paquetes
de objetivos:
El más optimista: buscar un restaurante japonés, alejado del centro
comercial, donde haya mesa para toda la familia y que no gaste más de 100
(ponga usted la unidad y los ceros que se ajusten a esa unidad).
Otro paquete, más realista es: buscar un restaurante japonés, alejado del centro
comercial, donde haya mesa para toda la familia y que no gaste más de 300.
Un paquete pesimista (pero aceptable)
sería: buscar un restaurante
japonés, en el centro comercial, donde toda la familia pueda sentarse (aunque
no hayan pedido allí) y que no gaste más de 200.
Puede
ser más o menos fácil inferir mis intereses a partir del paquete de objetivos
optimista, pero no así de los otros dos paquetes mencionados. Esto plantea el
problema de qué métodos usar para contrastar diversas hipótesis sobre los
intereses de las partes. Ese problema lo analizaremos en otra entrada.
¿Por qué fijarnos más en los intereses
que en las posiciones y objetivos? Como
decíamos al principio, satisfacer los intereses puede conducir
a soluciones óptimas de la negociación. Es posible que una de las partes no se
dé cuenta de que sus intereses conducen a objetivos y posiciones mejores que
los que se ha planteado y que no entren en conflicto con los intereses de la
otra parte. Incluso puede descubrirse una necesidad o un interés que no
ha tomado en cuenta la otra parte, pero que era importante que lo hiciera. Estas posibilidades
abren las puertas a soluciones que maximicen la satisfacción de intereses de
todos. Veámoslo con el ejemplo de juguete de las hermanas y la naranja:
Es
posible que una de las hermanas pida la naranja (posición) porque se ha
planteado como objetivo conseguir al menos la mitad de ella, dado que necesita
usar la pulpa para un dulce. También la otra hermana pide toda la naranja porque tiene como objetivo conseguir al menos la mitad, pero le interesa usar
la piel para una infusión. Si nos fijamos solo en las posiciones, el problema
parece ganar-perder (si una consigue la naranja, la otra no consigue nada); si
nos fijamos en sus objetivos (conseguir la mitad), podemos
solucionar el problema dividiendo por la mitad la naranja; pero si nos fijamos
en sus intereses, podemos llegar a una solución óptima: una se queda con la piel, la otra con la pulpa.